1929: en Nueva York, después de una firme declinación desde un pico en septiembre, el mercado de valores empieza a mostrar signos de pánico (Gran Depresión).
La llamada Gran Depresión se originó en Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de valores de Nueva York el martes 29 de octubre de 1929 (conocido como crac del 29 o Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.
La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió entre un 50% y un 66%. El desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la industria de la construcción, que se detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó aproximadamente un 60%. Ante la caída de la demanda, las zonas dependientes de las industrias del sector primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas
Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la década de 1930, pero sus efectos negativos en muchas zonas duraron hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La elección de Franklin D. Roosevelt como presidente y el establecimiento del New Deal en 1932, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en los Estados Unidos. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior a principios de la década de 1930 y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la llegada de Adolf Hitler al poder que, posteriormente, daría inicio a la Segunda Guerra Mundial.