¡QUE VIVA EL DESPECHO!

El año pasado asistí a un concierto de un cantante de música popular, rancheras y música norteña, si fui al concierto de Jessi Uribe, a mi esposa y a mí nos gustan sus canciones…. Repítela!, otras que no son de él como: «Usted no me olvida», «Te hubieras ido antes», todas son desgarradoras y por supuesto cantamos a grito herido junto con un Movistar arena de Bogotá a reventar por el público, todos cantando y tomando guaro (bebida alcohólica popular en Colombia), menos yo en eso sí no los acompaño, pero lo pasamos bueno como dicen aquí, pero luego del desmadre me puse a pensar que le decimos a nuestra mente subconsciente con tanto despecho con tanta alegoría a la infidelidad, al abandono y a la tusa (léase guayabo en Venezuela, malquerer, o como quieran llamarle) incluso antes que saliera a escena el susodicho, cantábamos las canciones de Karol G con 200 copas en la barra. Y paradójicamente, todos salimos felices del derroche musical. Mi esposa me decía: «Son tan buenas estas canciones que provocan estar desesperados» y, así pues, somos felices cantándole al dolor y al desamor, nuestro cerebro debe estar muy confundido o ¿será que cantar es una manera de aliviar las penas? Lo cierto es que mi trayectoria como reprogramador agradece cuando aparecen canciones como «Color esperanza», o «Hayyyyy que bonita que es la vida» o «Celebro la vida». Nada más hermoso que usar una ranchera para desearle a tu expareja, dejando atrás el dolor y la rabia de la ruptura. «QUIERO QUE SEAS FELIZ» como cantó Luis Miguel. Es lo que creo o ¿Estoy equivocado?

 

Jorge Hernandez Psicologo

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